Ahora que nos contamos

Vivimos un momento único para el cuento. La blogosfera nos acerca y cada vez somos más los que participamos en esta vorágine de lecturas. Nos leemos y comentamos. Aquí encontrarás textos para la reflexión y mentiras, muchas mentiras adornadas de realidad...

También he querido hacer mi pequeño homenaje a esos autores a los que tanto debemos, su influencia pesa sobre nosotros y nos hace crecer.

Puedes participar con tus comentarios si lo deseas porque, ahora que nos contamos tantos cuentos..., es el momento.

Espero que el resultado valga la pena y que te sientas a gusto entre estas páginas.

3/11/15

Un domingo cualquiera de noviembre



Son las tres de la mañana de un domingo cualquiera de noviembre. Una pareja se besa en un pub, la música suena lenta. Se ríen y abrazados piensan que no necesitan nada más. Se miran con deseo, beben los últimos sorbos de cerveza y salen a la calle. Afuera hace frío, pero ellos solo lo notan al separarse. Suben a un coche, él la mira las piernas, ella sonríe y coquetea consciente de su poder. Él desea que esa noche no acabe. Ella lo sabe y decide prolongar la madrugada.

Son las diez de la mañana de un domingo cualquiera de noviembre. Una pareja se acurruca en la cama. Él la besa los parpados lentamente, la acaricia suavemente, dibuja el contorno de su cuerpo con sus dedos debajo de las sábanas y ella se relaja, se funde con él y piensa que la felicidad está en esa cama. Un niño llora y lentamente se separan.

Son las dos  de la tarde de un domingo cualquiera de noviembre. Una pareja se mira cómplice. Él se acerca a ella sigiloso, le acaricia el pelo, le besa el cuello y le susurra al oído. Ella temblorosa y agitada se le eriza la piel, se ríe mientras se da la vuelta, le da con un trapo en el brazo y se abraza a su cuello. Él se acerca a su boca la besa lentamente y le mordisquea los labios. Ella se estremece y le roza los hombros, las mejillas, lentamente se abandona al beso que cada vez se hace más profundo. Suena el timbre y los amantes se miran cómplices, se separan y sienten la punta de sus dedos mientras sus cuerpos se separan. Serán los niños, le dice ella al tiempo que se acerca a abrir la puerta. Él sonríe y la sigue con la mirada.

Son las cinco de la tarde. Un domingo cualquiera de noviembre. Una pareja se habla sin palabras. Ella ojea una revista y disimula que no le mira. Él hace que ve una película y retiene su mirada cuando la siente sobre él. Al rato se rompe el silencio. Él apaga el televisor y se acerca a su mujer, ella arisca lo rechaza. ¿Ya no me quieres? Pregunta él. A ella eso le encanta, le gusta cuando la mira, cuando la persigue con la mirada juguetona y cuando la encuentra, cuando le pregunta si todavía lo quiere. Le gustaría decirle que sí, que siente lo mismo, que lo desea, pero en lugar de eso mueve la cabeza, se levanta y le dice, ¡qué bobadas!

Afuera las hojas amarillas inundan las aceras. El frío comienza a notarse en la calle y en un café una pareja solitaria piensa en ese domingo de un día cualquiera de noviembre.


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