Anochece en Manhattan...
Sentados en el parque, silenciosos, abrigados por la ligera niebla y el rumor a lo lejos de los coches atravesando el viejo puente. No siento frío pero Tolstoi quiere caminar y me adentro con él en la espesura de este aprendiz de bosquecillo en medio de la civilización. Caminamos, yo pensativo, Tolstoi juguetón, se acerca a una perrita que le mira indiferente, se huelen y ambos gruñen al ser alejados por sus respectivos amos. Las relaciones entre los perros también parecen difíciles cuando son las personas las que los guían. Esto me hace pensar en mis últimas relaciones, las últimas y las primeras, por qué no, todas ellas acabaron en ese baúl de recuerdos donde van a parar las relaciones perdidas. Siento nostalgia, es un sentimiento que me embarga por completo y me recuerda lo que soy y lo que he sido, todas las personas que formaron parte de mí y que perdí, amigos que parecían eternos, las tardes que no volverán, los besos que no me darán y me sumerjo más y más en el bosque con Tolstoi.
Anochece en Manhattan...
Sentados en el parque, silenciosos, abrigados por la ligera niebla y el rumor a lo lejos de los coches atravesando el viejo puente. No siento frío pero Tolstoi quiere caminar y me adentro con él en la espesura de este aprendiz de bosquecillo en medio de la civilización. Caminamos, yo pensativo, Tolstoi juguetón, se acerca a una perrita que le mira indiferente, se huelen y ambos gruñen al ser alejados por sus respectivos amos. Las relaciones entre los perros también parecen difíciles cuando son las personas las que los guían. Esto me hace pensar en mis últimas relaciones, las últimas y las primeras, por qué no, todas ellas acabaron en ese baúl de recuerdos donde van a parar las relaciones perdidas. Siento nostalgia, es un sentimiento que me embarga por completo y me recuerda lo que soy y lo que he sido, todas las personas que formaron parte de mí y que perdí, amigos que parecían eternos, las tardes que no volverán, los besos que no me darán y me sumerjo más y más en el bosque con Tolstoi.
Paola Peinado |