Ahora que nos contamos

Vivimos un momento único para el cuento. La blogosfera nos acerca y cada vez somos más los que participamos en esta vorágine de lecturas. Nos leemos y comentamos. Aquí encontrarás textos para la reflexión y mentiras, muchas mentiras adornadas de realidad...

También he querido hacer mi pequeño homenaje a esos autores a los que tanto debemos, su influencia pesa sobre nosotros y nos hace crecer.

Puedes participar con tus comentarios si lo deseas porque, ahora que nos contamos tantos cuentos..., es el momento.

Espero que el resultado valga la pena y que te sientas a gusto entre estas páginas.

6/11/11

Los pasos de Julia

        Una vez tuve un sentimiento. Sentí que a cada golpe de su voz me hacía más y más pequeñita, hasta el punto en el que no era capaz de ser persona, hasta el punto en el que le necesitaba para sobrevivir.
Julia mira por la ventana y suspira por estar ahí fuera.
Julia odia las paredes que la cobijan.
Julia siente un nudo en el estómago, dolor de cabeza y una sensación de agobio que la incapacita.
Julia se ahoga, ya no puede respirar.
Julia sueña con vivir otra vida pero no se ve capaz.
Julia está paralizada.
 Julia Pasó por mi vida sin avisar, de puntillas, le daba miedo hacerse notar. Cuando la conocí era una mujer insegura, ya era consciente de que todo en lo había soñado, en lo que había puesto sus esperanzas, en lo que había invertido su vida y su pasión, no eran más que cenizas. Había fracasado y se veía incapaz de vivir, de reconocer el fraude que era su vida y comenzar de nuevo sola.
Cuando en los momentos de lucidez su instinto le decía que debía salir de allí, su miedo poco más tarde, la convencía de que no era para tanto. ¿Cómo luchar contra tanta lacra acumulada a lo largo de tiempo? ¿Cómo luchar contra tanto convencionalismo? Contra esa sociedad machista que la inculcó obediencia y fidelidad a un hombre, a ese hombre que un día eligió casi sin darse cuenta y que ahora, después de los años no podía abandonar porque su conciencia no se lo permitía.
 Me confesó que no se quería separarse porque ella no era una mujer maltratada, su marido nunca la había pegado. Me di cuenta de que su educación había anulado toda su voluntad y que para ella vivir en soledad era lo más difícil del mundo, tan difícil que seguiría unida a aquel hombre solo por no enfrentarse sola a la vida.

Un día simplemente dejé de verla.

No supe de ella hasta hace un año. Habían pasado cinco desde la última vez que la vi y lo primero que pensé al verla es que era feliz. Sus ojos brillaban, su cara estaba radiante, llena, con una amplia sonrisa, y transmitía la fuerza que estaba dentro de ella y que por fin había encontrado. Me gustó verla así, me sentí yo también feliz.
Qué poderosos los sentimientos que son capaces de contagiar a los que nos rodean.
Su vida había dado un gran cambio, me contó, no sabía cómo pero había sacado fuerzas para dejar a su marido y ahora… Había encontrado a alguien.
Estaba enamorada aunque ella dijera que no. Su vida era otra y no se la quería  complicar, sin embargo, ya estaba hasta las cejas de complicaciones. Supe al instante que  estaba viviendo un sueño, lo demás no importaba, ahora había llegado su momento y por fin después de haber pasado penas y desilusiones, desengaños y traiciones, por fin estaba volando, frenética y vertiginosamente, pero volaba.
Temí su caída, pero es que yo siempre temo algo y por otra parte, por muy dura que fuera, merecía la pena solo por los momentos que estaba viviendo.
Como una adolescente me enseñó los mensajes y fotos de su chico. Fue fantástico sentirme yo también adolescente por unos instantes al compartir su tierna intimidad. Los sentimientos siempre están ahí, me dije, y son los mismos a los dieciocho que a los treinta, cuarenta… Qué más da la edad, lo bonito es vivir con ilusión.

Ayer apareció de nuevo en mi vida, parecía cambiada otra vez y al instante supe por qué. Me contó que aquella relación de hacía un año, terminó. Poco a poco se fue enfriando, sin rencor ni reproches. Se sentía agradecida por haberla tenido porque mientras duró fue muy bonita pero me dijo algo más. Se quedó mirando al infinito y me dijo algo que me hizo pensar:
 “Una vez tuve un sentimiento, sentí que a cada golpe de su voz me hacía más y más pequeñita, hasta el punto en el que no era capaz de ser persona, hasta el punto en el que le necesitaba para sobrevivir. Poco a poco encontré las fuerzas para luchar contra ese sentimiento que me paralizaba y por fin lo conseguí. Perdoné, pero no lo olvidé, porque solo el que olvida vuelve a caer en el mismo error”.

Imagen: Richard - Avedon

Felicidades a todas las Julias que por fin pisan con paso firme.