Nadie le dijo que fuera a
ser fácil. Las trabas las encontró desde el primer momento. Algunos se reían de
su insensatez, pero él estaba seguro de sí mismo. Tan seguro que no le importó
cuando se vio solo, cuando todos le abandonaron, cuando tuvo que elegir y
eligió a pesar de la oposición del resto. Nada le hacía desistir de su idea y
se marchó. Algunos dicen que le han visto, los hay que incluso han hablado con
él, lo que sí es cierto es que no volvió por aquí y que los que se decían
amigos no le buscaron.
Su historia se remonta a los
años de su niñez en los que seducido por las historias que su padre le contaba
al llegar de largos viajes por mar, él ya soñaba con ver esos otros mundos. Admiraba
la valentía de su padre, ese ser casi irreal que traía regalos y leyendas, que
hacía que su vida, arropada por la nostalgia de sentirle lejos, tuviera por unos
días algo excepcional. Cuando su padre volvía de esos viajes, todo cambiaba en
su casa, todo era más divertido, siempre era fiesta. Por eso cuando
decidió que era el momento de cambiar de vida y permanecer más con su familia,
el joven sintió un vacio que no supo explicar. En nada encontraba el aliciente
que le diera sentido a su vida y una mañana de verano desapareció sin más.
Sin la compañía de nadie
se marchó buscando en el mundo algo que le diera sentido a su vida. Dicen los
que le vieron que pasó por momentos muy difíciles, de verdadera penuria. Le tacharon
de loco. Otros hablan de que buscaba
experiencias, ver otros mundos, disfrutar de todo en la vida. Sin embargo, en
el silencio de la noche puedes oír como el joven aventurero te habla. Si cierras
los ojos y buscas dentro de ti, sientes lo que te quiere decir.
“El camino es largo y
duro, pero al final está la verdad, lo único verdadero, lo que te hará darte
cuenta de lo realmente importante, lo que en lo más profundo de ti te dará la
felicidad. Tu verdadera pasión, y entonces sentirás el vértigo de tener lo que
andabas buscando”.
Foto: Paola Peinado