Ahora que nos contamos

Vivimos un momento único para el cuento. La blogosfera nos acerca y cada vez somos más los que participamos en esta vorágine de lecturas. Nos leemos y comentamos. Aquí encontrarás textos para la reflexión y mentiras, muchas mentiras adornadas de realidad...

También he querido hacer mi pequeño homenaje a esos autores a los que tanto debemos, su influencia pesa sobre nosotros y nos hace crecer.

Puedes participar con tus comentarios si lo deseas porque, ahora que nos contamos tantos cuentos..., es el momento.

Espero que el resultado valga la pena y que te sientas a gusto entre estas páginas.

26/4/12

Vértigo


Nadie le dijo que fuera a ser fácil. Las trabas las encontró desde el primer momento. Algunos se reían de su insensatez, pero él estaba seguro de sí mismo. Tan seguro que no le importó cuando se vio solo, cuando todos le abandonaron, cuando tuvo que elegir y eligió a pesar de la oposición del resto. Nada le hacía desistir de su idea y se marchó. Algunos dicen que le han visto, los hay que incluso han hablado con él, lo que sí es cierto es que no volvió por aquí y que los que se decían amigos no le buscaron.

Su historia se remonta a los años de su niñez en los que seducido por las historias que su padre le contaba al llegar de largos viajes por mar, él ya soñaba con ver esos otros mundos. Admiraba la valentía de su padre, ese ser casi irreal que traía regalos y leyendas, que hacía que su vida, arropada por la nostalgia de sentirle lejos, tuviera por unos días algo excepcional. Cuando su padre volvía de esos viajes, todo cambiaba en su casa, todo era más divertido, siempre era fiesta. Por eso cuando decidió que era el momento de cambiar de vida y permanecer más con su familia, el joven sintió un vacio que no supo explicar. En nada encontraba el aliciente que le diera sentido a su vida y una mañana de verano desapareció sin más.

Sin la compañía de nadie se marchó buscando en el mundo algo que le diera sentido a su vida. Dicen los que le vieron que pasó por momentos muy difíciles, de verdadera penuria. Le tacharon de loco. Otros hablan de que  buscaba experiencias, ver otros mundos, disfrutar de todo en la vida. Sin embargo, en el silencio de la noche puedes oír como el joven aventurero te habla. Si cierras los ojos y buscas dentro de ti, sientes lo que te quiere decir.

“El camino es largo y duro, pero al final está la verdad, lo único verdadero, lo que te hará darte cuenta de lo realmente importante, lo que en lo más profundo de ti te dará la felicidad. Tu verdadera pasión, y entonces sentirás el vértigo de tener lo que andabas buscando”.

 Foto: Paola Peinado

8/4/12

Un sueño

Las escaleras son de madera. Grandes tablones de madera desgastados por tantos años… Especialmente roídos en el centro por pisadas y pisadas, cargados de historias, de vidas que en estos peldaños han ido pasando. A cada paso el rugir de la madera y la sensación de ir  hacia el pasado, a un sitio perdido ya, me hace sentir pequeña, me provoca una rara sensación, como una emoción tanto tiempo ya escondida y que al fin resurge. Mis pensamientos se dirigen a mundos lejanos, mi mundo, mis recuerdos. Recuerdo cuando subía esta escalera corriendo, jugando, saltando. El tiempo entonces no tenía sentido, sabía que algún día dejaría de ser niña, pero era algo tan lejano… Cada momento de la niñez se vive con tal intensidad como nunca después. Adriana me mira de reojo y sé que sabe lo que estoy pensando, son muchos años juntas ya. Sabe que en mi mente tengo mis trenzas, mis vestidos de flores azules, rosas y la sonrisa de niña feliz que nunca me abandonó.
Nos acercamos a la puerta. Una inmensa puerta de madera maciza, una puerta que me llevará al pasado. Saco la llave, es una llave grande, tosca, una joya en cualquier tienda de antigüedades y cierro los ojos en el momento de girarla. El olor a cerrado me devuelve a la realidad, esa realidad que me ha traído hasta aquí.
Cuando a Adriana se le ocurrió la idea de dar un cambio a su vida no pensé que sería para echar la vista atrás, pero he de reconocer que a veces es bueno, por eso de dar impulso. Adriana perdió su trabajo y las cosas no le han ido demasiado bien desde entonces, al contrario que a mí, por suerte no me puedo quejar. Quería ayudarla pero no sabía cómo, ¡por fin siento que puedo hacerlo! Ahora la miro yo de reojo y veo la ilusión en su cara. Estoy decidida porque sé que ella hubiera hecho lo mismo por mí y porque, sobre todo, quiero hacerlo. Sin embargo, siento una gran emoción, recorro cada rincón de la casa y en cada habitación rememoro una escena, escenas que nunca volverán. En fin, no quiero demorarme más de lo necesario, sería contraproducente que la melancolía no me dejara llevar a cabo esta empresa.
 Abro los armarios y lo que veo es de una gran belleza. Mi abuela era una gran mujer que sabía lo que quería y las prendas, joyas y accesorios son de un gran valor; para mí sentimental, para Adriana el principio de una vida, un sueño llamado vintage.

Foto: Paola Peinado