Ahora que nos contamos

Vivimos un momento único para el cuento. La blogosfera nos acerca y cada vez somos más los que participamos en esta vorágine de lecturas. Nos leemos y comentamos. Aquí encontrarás textos para la reflexión y mentiras, muchas mentiras adornadas de realidad...

También he querido hacer mi pequeño homenaje a esos autores a los que tanto debemos, su influencia pesa sobre nosotros y nos hace crecer.

Puedes participar con tus comentarios si lo deseas porque, ahora que nos contamos tantos cuentos..., es el momento.

Espero que el resultado valga la pena y que te sientas a gusto entre estas páginas.

15/10/15

Volver a casa




Hoy he vuelto a casa, después de tanto tiempo sin vernos, sin hablarnos, sin sentir tu calor. Me fui y nos dejamos de hablar durante épocas sin darnos cuenta y el tiempo pasa, pasa muy rápido y no somos conscientes de ello. Da igual, eso no tiene importancia, aquí está mi casa… Estoy unida a ti por  lazos invisibles, siempre unidas a pesar de la distancia y de múltiples disputas… A veces reniego de ti y te detesto, pero siempre te llevo dentro, siempre vuelvo a tu lado cuando necesito cobijo. Te pido perdón por no acordarme más de ti y te doy las gracias por seguir siempre a mi lado. Tú protestas, siempre protestas, pero no por mis despistes o por mis defectos, sino por esas muestras de cortesía que tú dices que no debo de tener contigo, “eso para los extraños”.
¡Cuántas diferencias culturales!
Me siento en casa a pesar de que esta casa ya no es la que conocía, ¡qué extraño es todo cuando faltas durante tiempo! Y, sin embargo, la sensación de sosiego, de vuelta al hogar es la misma de siempre.
Hace tiempo ya que me separé de ti para vivir sola, independiente. Me enseñaste pronto que debía volar, que a tu lado no tenía futuro y que el futuro estaba lejos. Aquí me formé, me eduqué y en tu regazo comprendía que en esta vida solo debe darnos miedo la inactividad. Inactivo es el que no desarrolla una actividad y si para desarrollarla había que irse lejos, pues se iba. Eso me enseñaste.  Me hubiera gustado también que supieras haberme mantenido a tu lado, que no hubieras hecho de mí una emigrante eterna con la esperanza de volver siempre. No pudo ser.  
Te miro y siento que toda la sabiduría está en ti, enorme, majestuosa, siempre atenta. Como una buena madre me recoges y me meces, me  enseñas que eres imperfecta y que estás llena de dolor, quisiera poder estar más cerca de ti, cuidarte, no es posible, irremediablemente.
Sonríes y tu cara, siempre de niña, ilumina la mía. Todo en ti es optimismo y el calor que desprendes es alimento para mi alma. Nos reímos a carcajadas. Adoro estos momentos que no quiero perder nunca. Los paseos interminables, las tardes de sol, el sabor de una caña muy fría en una terraza soleada, el calor sofocante del verano y el frío insoportable del invierno, el sol, siempre el sol.
No necesitamos hablar porque nos entendemos con mirarnos, pero hablamos y hablamos sin parar en interminables discursos en los que podemos decirnos todo lo que llevamos tiempo sin contar, porque es ahora el momento y no otro, es nuestro momento. Te miro y quiero aprovechar estos ratitos porque te echaré en falta y te buscaré y no estarás. Buscaré tu calor en mis días oscuros y fríos, en mis tardes de lluvia, en mis noches solitarias, tus luminosos amaneceres quedarán lejos y miraré atrás en mi recuerdo. Añoraré las pequeñas siestas que solo a tu lado consigo disfrutar y las largas noches que solo tú sabes darme.
Los días en casa me dan fuerza y de nuevo emprendo el vuelo. Me llevo tu olor, tu sabor y tu calor. Soñaré contigo a pesar de que el tiempo volverá a atenuar tus rasgos, a mostrarme otros caminos que lejos de ti sabré hacer míos, pero siempre retornaré pues tan solo soy una emigrante que siempre desea volver a casa.