Sonaba The one I Love de Rem mientras ella sorbía los últimos sorbos de un
té con leche demasiado amargo y se secaba una lagrima póstuma imposible de
controlar.
Él cerró la puerta de golpe y
bajó estrepitosamente las escaleras que le separarían de aquella escena.
Ella se recostó en el sillón, cerró
los ojos y sintió la música, esto le hizo llorar con ganas.
Él aminoró el paso y ya, más
relajado entró en una cafetería.
Ella encendió el portátil.
Él pidió un café solo, cogió el
móvil y escribió: —se acabó.
Ella cambió de expresión, un correo acababa de
llegar, temblorosa lo abrió —¿Estás ahí?
—Sí —contestó al tiempo que se incorporaba—. Hoy puede ser un buen día para
conocernos.
La música cesó.
Siempre hay un roto para un descosido, como diría mi madre. Por cierto, feliz día de la madre, aunque algo tarde ya. Besos, preciosa.
ResponderEliminarFelicidades a ti también y muchos besitos.¿Nos vemos pronto? Qué angustia... No por verte tonta, tú ya sabes...
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