Fotografía: Paola Peinado |
Hoy he vuelto a sentir deseos de
verte, de sentirte. Los recuerdos me persiguen y me pregunto dónde estarás. Me
he sorprendido buscándote en todos los mercados, en los puestos callejeros, sin
darme cuenta de que ya no andas por ahí. Tu camino ahora es otro. Qué nostalgia
la de sentir que ese tiempo ya no volverá. ¡Un momento! Siento tus pasos en mi
espalda, creo que si me girara te vería mirándome, sonriendo como siempre. Me
vuelvo sigilosa y… No estás. Creo que me volveré loca.
El tiempo pasa, sí. Al principio no
me daba cuenta, vivía y los días se iban acumulando unos detrás de otros como
tortas en una bandeja. No sé si de plata o de plástico, qué más da, el caso es
comértelas, saborearlas y disfrutarlas como ese tiempo que se fue y que vivimos
tan intensamente que tan sólo el recuerdo de haberlo vivido nos mantiene a
flote.
Me pregunté un día cualquiera dónde
estarías, qué había pasado, por qué te había perdido, quién era yo ahora. Las
preguntas se agolparon sin orden en mi cerebro y quise buscarte, quizá para
rememorar lo que fui un día. Ese: fui, soy, seré. Ese cambio de estado que nos
hace crecer y al mismo tiempo nos aleja de todo lo que hemos amado, de todo lo
que hemos sido. Te busco entre la gente.
Sigo buscando y revivo esa otra vida
en la que paseaba por las calles frías de mi ciudad. Recuerdo el olor del frío
de Madrid en mi piel, los tristes domingos y los alegres viernes y las mañanas
de primavera, adorable sabor a dulce de caramelo. Respiro profundamente
intentando que aquel olor me impregne de las
alegrías e ilusiones de los días que
parecían eternos, de aquellos que ya no vendrán y de los que pretendo vivir
renovada de todo resto del pasado.
Sigo buscando sabiendo que nunca te
encontraré porque ya no estás, porque lo que un día fuimos se esfumo como aquellos
cigarrillos que consumíamos con ansia; como el vestido de princesa que me hacía
ser la más guapa de la fiesta; como esa primera vez plagada de miedo.
Y
siento que lo que un día fue no volverá y sin embargo, sigo buscándote, pequeña
y tierna niñez.
Nada hay pero que buscar, y que lo único que encontramos sean fantasmas. Quizás el problema es que lo que hay que hacer no es buscar, sino encontrar. Siempre queda un vestigio en algún rincón :-)
ResponderEliminarUn gran relato, Yolanda, me ha gustado mucho.
Besos y abrazos.
¡Cuánta razón tienes! A menudo nos empeñamos en buscar y buscar lo que simplemente ya tenemos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mari Carmen, por leerme y comentar, es todo un gusto tenerte por aquí.
Besos.